martes, 26 de noviembre de 2013

VAMOS AL SOL

Somos de los que viven para adelante. De cada día que concluímos, nos queda apenas la fiebre, el eco, la resonancia en la nuca.

Nuestra entrada en las mañanas es una entrada inocente, como de recién nacidos.

Cubrimos nuestra labor igual que los sembradores cubren los surcos sembrados: al caer la noche. Ahí se quedan, para crecer o apagarse, nuestros granitos de luz. Ni nos preocupan, tampoco. Mañana será otro día.

Golpes de tierra en la cara, cortaduras en las manos, vientos y lluvias del cielo, son molestias que terminan donde nuestro paso corta la oscuridad.

Recostamos la cabeza en el último terrón que dimos vuelta. Por eso, tal vez, nos duela al amanecer como un resabio de fiebre, un eco, una resonancia sobre la nuca.

¿Los recuerdos, los rencores? ¡Oh!... Todavía no somos viejos para eso. Tenemos una fe intensa en la vida. Tiene boca de mujer, tiene ideas como estrellas, tiene metáforas rubias como pezones y espigas.

Vamos al sol.
Estamos esta mañana sobre la última palada que revolvimos anoche. Sobre la punta del surco. Alegres. Recién nacidos.

Rodólfo González Pacheco. (1883-1949)
Tandil, Provincia de Buenos Aires. 

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